sábado, 21 de abril de 2012

Abundancia/Abstinencia

Desde tu abundancia empequeñezco,
me abundas me prohíbes la nostalgia,
De la vanidad aspiro tu existencia,
en la estación en que me abundas
permanezco,
harta y extraña al poseerte
en fibras de hastío me sostengo,
presumo de tu ausencia
cuando el día se repite en la noche


Desde tu abundancia empequeñezco,
tanto que en mis venas retrocede la sangre,
sustantiva y colérica.
Me abundas me proscribes la añoranza;
la añoranza es la peor de tus fronteras,
la sangre evocadora despeina tu melena
y me arrojas en dirección de la estridencia
que me impide amanecer de tanta noche. 



Me debilito en tu abundancia,
escarbo en la riqueza de pasiones
que desperdicias sobrando
y apenas pueden mis manos
el caudal con que me abundas.
Cómo será representar la ausencia
de tu aliento en mi espalda,
gastar las esquinas sin tu sombra,
respirar profunda y preciosa tu tardanza;
quitar de las vidrieras tu reflejo,
restregarme contra la soledad de la luna.
Desdoblarme, soltar amarras,
pertrecharme en obstáculos,
en los huecos, los vacíos,
hacerlos materia, puertas y ventanas obstruidas.
Me abundas viscoso;
igual que la flema abundante
del ocaso que pospone las tinieblas
y el sublime parpadear de las estrellas.
Me abundas desapacible;
como el ulular del búho entre las sombras
o el último aliento de una tormenta.
Me abundas punzante;
jején entrometido
bailando al compás de mis hormonas.

Me abundas me excedes,
como un sol que cae a plomo
en la espaciosa desnudez del desierto,
me excedes, me abundas,
como el silbido de un tren en los andenes;
(desgarra el aire y arrulla al viajero)
me abundas, complejo e infatigable
como la lluvia en las acequias.



Difumínate en el espacio, piérdete
en los vaivenes del tiempo;
confíscate estático y obtuso, recógete abundante
debajo de una alfombra y abandóname
a yacer entre inquietudes.
Sécame igual que a un jabalí salvaje
o igual que desciende una gaviota
sobre los desquicios nocturnos de la playa,
como el aplauso exacto a la hora exacta
o la estación donde abundan las hojas
lado a lado.

Sí; reniego; repito, lo detesto,
odio que me abundes
y ya sé, no es habitual declararlo abiertamente.
Soy un trabajador de mis desbordes,
sospecho que la debilidad no es un derecho,
y la concupiscencia se desgasta;
con indulgencia omito los detalles.

Vamos, ya es hora que escasees,
no asistas a la fuerza,
quebrántame, elúdeme;
Relájate;
quita la miel que te obstruye los poros
y déjame copular con la abstinencia…

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