domingo, 21 de diciembre de 2014

… y escuchaba a Sumo


Inocencia.
Un aplauso hambriento
en la frecuencia de la soledad.
 
Hay voces húmedas de ginebra
escondidas en las esquinas
Exóticas criaturas se aparean
en el vecindario oxidado.
Sin la contorsión de aquellos primeros días,
la rubia tarada
sepulta los aullidos bajo el felpudo.
Partículas de escarcha se licuan en los regresos.



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