jueves, 22 de junio de 2006

Poesia en vuelo


Acantilado

Esas comarcas sembradas de cantiles,
cubiertas con el velo de un silencio
prohibido…

Son fantasmas convertidos en piedra,
después de una
noche de amor con el Océano.

Una orgía anhelante de sal y de
sombras
y el húmedo adiós que se filtra en el viento.

Es sublime
el embrujo de un acantilado;
la soledad misma enmudece de
asombro:

más allá de los bordes de abrupta pureza,
más allá de
los golpes del agua en la roca,

más allá, sólo la distancia, azul e
infinita
y debajo, una oscura y serena inconsciencia…


Oleo y acuarelas


Mostrame si existen hendiduras;
algún punto de locura en fuga
atravesado
por un grito inoportuno…

No se hasta dónde y no me importa,
que
destruya lo evidente.

Probame que no fui sólo una
estrella
brillando cuando todos dormían;

¿la nostalgia de un
cometa me distrajo
y hasta ahora no me había dado
cuenta?.

Despojada de luces
igual que la noche en los
suburbios;

absorta en los colores de la aurora
(probablemente
mezcla de óleo y acuarelas)
decido resistirme a los agujeros
negros;

No se hasta dónde y no me importa…
mírame: … ¡aún puedo
volar!

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