La calle es ahora un desabrigo; 
de punta a punta nada.
Ni unos ni los mismos.
Obscurece y el cuervo.
 que deshila la juventud
 erradamente custodia mi ventana.
 Voy a consentir el paso de noviembre; 
y que se desplace
 por los huecos de su aliento profundo.
 Sólo de ese modo sabrá perderse
 
 
 
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