Alguien viaja paranoico bajo el influjo
del clima;
bajo un eclipse después del cielo.
Como un fantasma helado
de jardines perpetuos
Un lobo oriental en la mañana
neblinosa,
panza arriba entre las arvejas
amarillas
Quietas
Sorprendidas
(tal vez ya no saben treparse a la
ventana)
Aquí y allá
la boca y el camino se aglutinan
“-
Jamás vuelvas a quitarme el sur” –
le
dije, sin dejar lugar a sombras
de la vuelta y me abrace bastante
y me obligue a flotar como un genio
hipnotizado,
a
través de kilométricas versiones de mí misma.
Lejos estoy
de la hipocondríaca luz del faro
centenario.
Mis ojos son un puente quebrado;
lo atraviesan remordimientos de un
verso avergonzado.
El tiempo tiene una idea fija
La luna en la cabeza, los verbos en la
cabeza
y el gigantesco y vulgar desamparo
En las orillas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario